Comunicado!

La legislación vigente en Chile ejecutada por el ISP (Instituto de Salud Pública) indica que para poder comercializar productos cosméticos en nuestro territorio, debes contar con la aprobación de dicho organismo, la que se obtiene a través de la adquisición de códigos sanitarios para todos y cada uno de los productos que se elaboran. Además el ISP posee una clasificación para los distintos productos de consumo cosmético y de cuidado personal. Para efectos de lo que deseo comunicarles distingue en productos cosméticos de bajo riesgo: jabón, shampoo y otros enjuagables y productos cosméticos de alto riesgo (emulsiones , cremas y otros preparados que requieren de un conservante en su fórmula.

En el primer caso, el instituto exige instalaciones básicas con zonas específicas para la elaboración, la limpieza y la conservación adecuada de materias primas y productos terminados. Estás instalaciones se encuentran normadas por el mismo instituto, además el pequeño taller o laboratorio debe contar con los servicios de un químico farmacéutico con especialización en estos asuntos quien debe presentar cada uno de los distintos productos con su respectiva ficha y su firma ante el instituto. La inscripción de CADA producto tiene un valor aproximado de medio millón de pesos chilenos, es decir para 10 variedades de jabón, el dueño del laboratorio o taller debe desembolsar al menos 5 millones de pesos, lo que es independiente de sus costos de producción. 

Para el segundo caso las exigencias se duplican o incluso triplican tanto respecto a la infraestructura como a los recursos humanos que el instituto exige para la elaboración de los preparados.

Ambos panoramas resultan verdaderamente inalcanzables para una persona que inicia y realiza su trabajo en forma artesanal.

Existen en Chile ciertos fondos concursables para este tipo de emprendimientos, pero lamentablemente la demanda supera con creces la oferta de ayuda y la mayoría debe quedarse elaborando en la clandestinidad.

La consecuencia de esto es que el "negocio" no puede crecer, pues para introducirse en mercados que vayan más allá de la feria artesanal o la feria de temporada se exigen los famosos códigos.

En mi caso el tipo de insumos y mi estilo de elaboración me permiten afirmar honestamente que mi cosmética es de alto nivel, esto encarece mis costos de producción y con el alza del dólar en estos últimos años la compra de buenos insumos se vuelve cada vez más inalcanzable. Durante todos estos años (6) he luchado incansablemente por sacar adelante este sueño, sin embargo, hay que ser realistas, a pesar de todo mi esfuerzo no he conseguido los recursos necesarios para seguir adelante y validarme, mi emprendimiento está encerrado en un pequeño círculo de clientes y finalmente los pocos volúmenes de ventas atrapan. Mucho esfuerzo, pero mucho esfuerzo y un retorno escuálido que apenas da para mantener todo y no quedar en deuda.

Siempre me pareció un buen complemento para mi trabajo profesional como psicóloga, pero a este ritmo, en todo sentido, no compensa, considerando que debo trabajar sola y que muchas veces quito tiempo a mi familia para estar elaborando y entregando los pedidos.

También me tiene siempre inquieta el hecho de estar haciendo estas maravillas cosméticas al margen de la ley, creo que no es la idea y trabajar así me tiene siempre incómoda, dando explicaciones, contando una y otra vez esta misma historia que lees ahora.

Lo que deseo comunicarles es que en un corto plazo voy a dejar de elaborar los productos de alto riesgo (cremas) y sólo continuaré un tiempo con una línea de bajo riesgo, mientras evalúo las alternativas que me quedan.

Obviamente si llego a la misma conclusión, cesaré la producción y Luna de Jabón seguirá funcionando a modo de escuela para motivar a través de mis cursos y talleres a que cada uno de ustedes ojalá adquiriera esas destrezas mínimas, que en este caso les lleven a la autosustentabilidad en los productos que consumen de aseo y cuidado personal y también cosmética.

Al principio estaba triste, ya no. Creo que alivia saber que estás haciendo lo que crees es mejor y que de todas formas siempre está la posibilidad de retomar si las condiciones cambian.

Todavía recuerdo cuando en Chile no existían los autoemulsionantes y se emulsionaba con cera y bórax. Yo fui parte de esa lucha por poner esos productos en Chile y me siento orgullosa de ello. Creo que estoy cumpliendo un ciclo y está bien así, tampoco soy la única persona que hace esta actividad y mis clientes pueden buscar alternativas, pensar de otra manera sería muy soberbio.

Amor y Paz para ustedes, gracias a todos los clientes que fueron y están siendo parte de este sueño...